América Latina es una región con un enorme patrimonio cultural, resultado de la mezcla de tradiciones indígenas, africanas y europeas. Esta diversidad no sólo define su identidad, sino que también impulsa su capacidad de innovación y creatividad. Con una gran riqueza natural inigualable y un fuerte espíritu comunitario, tiene un potencial único para liderar el camino hacia un desarrollo más sostenible.
A lo largo de su historia, la región ha enfrentado desafíos significativos, como la desigualdad y las brechas sociales, y ha demostrado una notable capacidad de adaptación. Sin embargo, sigue siendo la región más desigual del planeta. Aunque a inicios del siglo XXI se lograron avances significativos, la pandemia del COVID-19 revirtió gran parte de este progreso y hoy el 10% más rico de la población sigue generando 12 veces más ingresos que el 10% más pobre, evidenciando la necesidad de acciones puntuales y coordinadas para cerrar estas brechas.
Asimismo, se vive una crisis educativa que ha dejado a más de 170 millones de niños sin acceso adecuado a la educación. Paralelamente, aunque se han dado pasos importantes en derechos laborales y educativos para las mujeres, persisten barreras significativas, como la baja participación femenina en el mercado laboral y las brechas salariales.
La infraestructura sigue siendo un reto importante. Latinoamérica es una de las poblaciones más urbanizadas del mundo (80% vive en áreas urbanas) y se estima que la región necesita invertir anualmente un 2,5% del PIB, equivalente a $150 mil millones USD, solo para reducir la brecha en infraestructura básica. Áreas críticas como carreteras, sistemas de agua potable y saneamiento, junto con la integración de sistemas de transporte, son clave para mejorar la productividad y competitividad de la región.
Pese a estas dificultades, América Latina es también una región de oportunidades. Está llena de talento, creatividad y resiliencia, y su potencial para la innovación y la sostenibilidad es inmenso. Hoy, más que nunca, se necesita impulsar proyectos de impacto social, desarrollo comunitario y programas que fomenten la educación, el emprendimiento y la inclusión laboral, especialmente para las mujeres. Estas acciones son fundamentales para construir un futuro más equitativo y prometedor para toda la región.
EL COMPROMISO DE HOLCIM CON LAS PERSONAS Y EL PLANETA
Frente a este panorama, Holcim decidió ser parte de la solución y comprometerse con el respeto y la promoción de los derechos humanos, y con la creación de un impacto social positivo en las comunidades donde operamos. Nuestro propósito es construir progreso para las personas y el planeta y por eso, nuestra Estrategia de Impacto Social 2030 se centra en tres pilares:
En Holcim Latinoamérica trabajamos activamente para contribuir a una región más equitativa. La educación y el fortalecimiento de la infraestructura social son ejes clave de nuestra agenda, y es en este contexto donde la labor social y comunitaria de la Fundación Holcim se vuelve esencial para impulsar un futuro inclusivo y sostenible para todos.
LA FUNDACIÓN HOLCIM EN AMÉRICA LATINA
Hace más de 35 años nació la Fundación Holcim en América Latina con el propósito de mejorar la calidad de vida de las comunidades cercanas a las operaciones de Holcim. Desde sus inicios, se concibió como una organización sin ánimo de lucro destinada a realizar inversiones sociales de alto impacto, generando cambios positivos en la región. Con el tiempo, este compromiso inicial se ha mantenido y ha evolucionado para bien, consolidándose como una plataforma para programas innovadores y sostenibles que posicionan a la Fundación como un verdadero agente de cambio en países como Argentina, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador y México. En el caso de Nicaragua tenemos un equipo de Impacto social con el que desarrollamos proyectos enfocados al desarrollo social.
Aunque el recorrido de la Fundación Holcim en cada país tiene particularidades propias, su misión es la misma: ser una organización referente en la región, implementando programas de alto impacto social en el desarrollo de capacidades sostenibles en comunidades. Además, la inversión debe estar alineada a las necesidades sociales del entorno.